martes, 26 de octubre de 2010

Este blog se llama “las cartas a simón” y a muchas les puede parecer que las tonteras que hablo/escribo [esto de “relacionarme” tanto por el pc, me tiene un poco confundida]  no son precisamente las que una “madre como corresponde” le diría a su hijo.

Y es la idea igual. Me crié en un mundo ultra mega hiper conservador. Nunca le he visto una pechuga a mi mamá, ni el culo a mi viejo. Nunca me enteré de las cagás que se mandaron, qué pensaban,  dónde bailaban, con qué  se drogaban, con quién pololearon antes de casarse, nada.

Siempre me mostraron ese mundo perfecto de la familia pseudo cuica, con casa en el campo, nana, colegio privado y misa el domingo. Mis viejos creyeron que ese era un mundo seguro para que sus hijos no se fueran por el “mal camino”. Pero como lamentablemente la maternidad no se resuelve programando a tus hijos para que sean tu reflejo, no les resultó.

Porque cuando ya fui grande y me di cuenta de que todo eso es una ilusión, que no existe la familia perfecta, que estamos todos igual de enfermos. Que la religión es una mierda y que claramente Pinocho no vino a salvar a nadie de nada. Fue triste. Sin exagerar cai en una depresión horrible, el mundo se me fue a la mierda.

Y de ahí salí yo. Hija del medio por excelencia.  Lesbiana, atea, zurda, superficial, histérica y mal genio. Y para ellos debe haber sido horrible! Veían como su hija se alejaba paulatinamente de lo que querían y no supieron qué hacer. Trataron con todo, mil psiquiatras, remedios, curas, castigos, retos, indiferencia hasta que a los 19 se aburrieron y simplemente me echaron. Y ni todas las nanas del mundo, ni el colegio de monjas me ensañaron a vivir sola, literalmente no sabia hacer ni una cama. 

Pasaron 7 años, no podría resumir cuanta cagá me mande en ese tiempo, me uní a una secta, me salí,  me case, me separe, me comí mil minas, congelé la U, seguí carreteando, me enamoré, me rompieron y rompí el corazón.

Y no es que culpe a mis viejos. Es que nunca supe quienes eran. Ni ellos sabían quien chucha era yo. Después 28 años, un hijo y una salida del closet, recién tenemos una relación “normal” [entiendo por normal, familia que se quiere, lo dice y actúa conforme a eso].

La verdad quiero ahorrarme todo ese drama con Simón. Que sepa quien soy a pesar de lo rancia y todo lo que puedan decir. No quiero mentiras, ni secretos. No quiero que me vea como que nací de 40 y que no entiendo lo que habla.

De repente estoy súper mal enfocada. 
No seria raro.-

jueves, 14 de octubre de 2010

Me gusta esto de estar soltera. Como que entre más lo pienso, más agradable lo encuentro. Claramente el factor Simón es el que me hizo cambiar de actitud, porque es eso, pololear es un problema de actitud. Y no al estilo de la Chechi. Créanme. Porque cuando la josefina pololea. No existe, estudia poco, lo justo o nada. No hace deporte, no ve lo suficiente a sus amigas y familia. Engorda, pelea, engorda…


Es que claro, soy adicta al drama y me enamoro de minas potencialmente jugosas: pendejas, rancias, bisexuales, amigas, ex y toda la gama de intocables que se te puedan ocurrir.


Y Simón llega a rescatarme del yugo del drama, me inyecta una buena dosis de realidad, sanidad y autoestima. Es que es increíble esto de los hijos, o del mío, no sé. Pero pasé de ser la eterna polola enamorada y sufriente a una “solterona” asumida y feliz.


Sigo pensando que Sex and the city tiene la culpa.

viernes, 8 de octubre de 2010